sábado, 2 de mayo de 2009

Frente a la Corrupción

Frente a la corrupción


En Venezuela no hay corruptos y jamás los habrá: todos son enemigos del gobierno o insignes perseguidos políticos. La referencia a los opositores no alude a los ciudadanos que por una u otra circunstancia niegan las políticas oficiales. El señalamiento va contra los ladrones de cuello blanco que logran desfalcar el patrimonio público y nunca pueden ser acusados de nada. Ellos se declaran como castas víctimas de criminales componendas o inocentes perseguidos políticos de la tiranía. La filosofía de los corruptos siempre atiende a la vieja estratagema defensiva de darle legalidad a la cultura de la trampa. Nadie como ellos a la hora de revertir las acusaciones. Hasta llegan a conformar cofradías de defensa mutua: todo con tal de escapar impunemente al reino de la justicia. En muchos casos suelen decir con inaudito sarcasmo: "Roba y si te descubren, haz que el gobierno te persiga. Así podrás vivir en el reino de la impunidad y burlarte fácilmente de la ley". Nunca habrá corruptos mientras haya solidaridad automática.

Los corruptos son artesanos del ingenio y se las saben todas a la hora de buscar formas para salir bien librados frente a las acusaciones de deshonor en el ejercicio de las funciones públicas. Por eso es habitual ver a los politicastros asumiendo el papel de buenos samaritanos cuando la sombra de la duda pende sobre ellos. Hace varios años, cierto connotado dirigente nacional de una de las organizaciones emblemáticas del puntofijismo bipartidista había dicho sin el menor empacho: "En Venezuela no hay razones para no robar". Reconocía así que el lodazal de la inmundicia había anegado las bases morales de las élites políticas. Lo curioso es que otra figura estelar de la misma organización, posteriormente hizo serias amenazas de publicar una fulana lista de corruptos. A la muerte del conocido ex candidato presidencial, seguramente muchos sospechosos fueron a las exequias, no para acompañar los restos hasta la última morada, sino para asegurarse de enterrar la lista en las profundidades del olvido colectivo.

Frente a la corrupción no hay medias tintas ni posiciones salomónicas. O se lucha frontalmente contra ella o las bases morales del Estado terminan siendo erosionadas de manera impune. Sólo los corruptos se atreven a defender ciegamente a otros corruptos. No importa a qué partido político pertenezca el sospechoso, sea del gobierno o la oposición, la defensa ciega es sinónimo de ruina moral. Todo el que sea acusado de embolsarse los dineros del pueblo tiene la opción de demostrar el origen legítimo de la riqueza o recibir el inclemente peso de la ley. La sobrevivencia de los sistemas y procesos políticos depende en todos los casos de la seriedad que las autoridades y el estamento judicial ponen en la lucha contra la corrupción. La ruina moral de las naciones se acrecienta cuando la impunidad señorea en todos los estrados. Las experiencias transformadoras cobran largo aliento cuando la honestidad se asume como bandera de lucha en la gestión pública. La ciudadanía no pierde la esperanza de la llegada del reino de la justicia. josegarmo@yahoo.com

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