sábado, 2 de mayo de 2009

Víctimas de la Corrupción

Víctimas de la corrupción << José de la Cruz Garciá Mora >>


En Venezuela, desde hace algunos años, todos los corruptos terminan convertidos en héroes populares e inocentes víctimas de la inclemente persecución de los gobiernos. El que mete mano en las arcas públicas y no tiene cómo demostrar el origen de las riquezas mal habidas, invariablemente, encuentra argumentos inmejorables en la victimización como valeroso perseguido político y casto servidor público. Hasta admiración y pleitesía hay que rendir a los sospechosos de corrupción y peculado, porque se pone en duda la integridad moral y la intachable hoja de servicios a la grandeza de la patria. Otros abnegados y sacrificados "constructores de la sociedad" son capaces de meter las manos en el fuego en defensa de los acusados. Ni siquiera se piden explicaciones. Tampoco se deja actuar a los tribunales. La idea de solicitar la investigación minuciosa ni siquiera llega a rondar por la mente de los "bueyes cansados de la democracia". La simple duda pasa a ser el más grande sacrilegio en contra de aquellos seres que derrochan virtud.

La corrupción es un terrible flagelo que carcome las bases morales de la nación. Pero poco se hace para combatirla a fondo. Los discursos moralizantes son la única terapia que hasta el momento se ha aplicado. Cualquiera se para sobre un estrado público a pontificar contra la corrupción, aunque en la práctica ejecute exactamente lo contrario a lo que predicó. Siempre hay doble moral en el trasfondo. Los ciudadanos esperan que el peso de la justicia por fin caiga sobre los funcionarios de moral deleznable que anteponen el enriquecimiento personal al servicio público honesto. Si es un empleado bajo o medio el que cae en la picota, se argumenta que la aplicación de la ley no sólo debe ser para los oscuros y modestos "chinitos de Recadi", sino para los prominentes ladrones de cuello blanco. Si es un pez gordo el que se pone en entredicho, entonces, las baterías de la solidaridad automática se disparan a ciegas para hacer causa de honor en defensa de las "honorables víctimas de la venganza y el odio de los bandidos del gobierno".

Hay demasiado maniqueísmo en la lucha contra la corrupción. Desertar del gobierno es la estrategia más eficaz a la hora de eludir la eficacia de los tribunales. Así lo han hecho varios funcionarios de ésta y otras administraciones predecesoras. Sólo basta asumir el papel de víctima frente al acoso del poder constituido, para obtener salvoconducto y evadir la responsabilidad en los señalamientos amorales. La estratagema no es nueva. Pero la ciudadanía en general, la verdadera víctima de la corrupción, no pierde la esperanza en que pueda adecentarse el ejercicio del poder público, independientemente de la formación partidista a la que pertenezca cualquier funcionario acusado de cometer graves lesiones pecuniarias al patrimonio público. Cuando la solidaridad automática se hace colectiva y se manifiesta de manera ciega, entonces, triunfa el crimen y la impunidad termina por acusar y encarcelar a la justicia. josegarmo@yahoo.com

No hay comentarios: