sábado, 2 de mayo de 2009

Sucesos de Pregonero

Sucesos de Pregonero << José de la Cruz García Mora >>


Cuando la política se plantea como lucha encarnizada contra las personas, por nombre y apellido, sin respetar la condición humana de los individuos, la sociedad tiene que empezar a revisar los principios y valores que definen el perfil de la civilización. Cuando se cae en la perversa tentación de querer eliminar físicamente al adversario, para brindar con sangre por el dolor de los semejantes, los liderazgos pierden la esencia como conductores y constructores de la sociedad, al dejarse superar por la anarquía y el desafuero. Cuando las personas no son capaces de reconocer las diferencias y resolver las contradicciones en el terreno de la democracia y la tolerancia, el hombre se pone a la zaga de la racionalidad y se pierde en los oscuros laberintos de la involución humana. Cuando la rabia maldita rebasa los muros del raciocinio, y la pasión inútil se adueña del pensamiento colectivo, la esperanza se hace trizas y todo se reduce a la triste tiranía de los instintos. El odio nunca ha sido la salida para los pueblos.
En política se discuten y se rebaten los argumentos y las ideas. Pero se defiende la vida y la integridad de las personas, sea cual sea su postura, el cargo o la ideología que defienda. En democracia es válido atacar los conceptos, criticar las ejecutorias, desenmascarar las mentiras, promover las doctrinas, develar los secretos, señalar las equivocaciones y hasta abuchear a los líderes. Nadie se muere por una pita, una rechifla, un cacerolazo o una ofensa verbal, aunque ésta sea denigrante. Pero no está permitido promover el exterminio y la agresión física. La vida de las personas es mucho más valiosa que todas las ideologías juntas. Dicen que la violencia es el lenguaje de los que no tienen razón. Sólo los desesperados son capaces de llegar a la peor de las iniquidades: la persecución desaforada o la muerte. El brindis de la paz no se bebe con sangre. En el altar de la democracia contemporánea resultan detestables los sacrificios humanos, menos entre gentes que toda la vida han dado muestras de hermandad y unidad frente a lo injusto.
Las reflexiones surgen frente a los sucesos de la noche del sábado 7 en Pregonero. Afortunadamente, la situación no terminó en desgracia. Alguna gente tuvo cabeza fría para tratar de contener los ánimos dentro y afuera, aunque finalmente los exaltados cayeron en el callejón de la ceguera. No vale la pena enfrentar pueblo contra pueblo. La gente de Pregonero no es así. Unos cuantos individuos no pueden marchar la dignidad de toda la comunidad. La Guardia Nacional actuó con profesionalismo durante el asedio a la sede del Concejo. Si vale la pena convocar al diálogo y la sindéresis entre los liderazgos, buscando salidas para apaciguar las pasiones, defender las posturas políticas desde los límites del respeto a la vida y convoca a los ciudadanos de una y otra tendencia a convivir en sana paz, como se ha hecho durante toda la historia. A fin y al cabo, todos los días, los hijos de Uribante seguimos caminando y compartiendo los mismos espacios. Nunca más el odio exacerbado puede amenazar la integridad humana.
josegarmo@yahoo.com

No hay comentarios: