El cumplimiento de los primeros 100 días de gobierno del
Presidente Nicolás Maduro obliga a hacer el balance político de la realidad
nacional. A raíz de los violentos sucesos posteriores a los comicios del 14 de
abril, mientras el liderazgo opositor parecía jugar a la caída por inercia del
nuevo gobierno, desde el sector oficialista se hacían grandes esfuerzos para
consolidar la estabilidad y el reconocimiento internacional. Las circunstancias
políticas se van decantando poco a poco y el panorama nacional tiende a
aclararse. La fuerza inicial del reclamo opositor, frente a la teoría del
fraude, prácticamente se ha diluido en las ciénagas de la indiferencia general.
A excepción de las declaraciones casi pintorescas del candidato opositor, en
ninguna parte se discute sobre el tema. En realidad, hay otros asuntos
prioritarios que reclaman la atención de los ciudadanos y los hechos concretos
de los últimos días demuestran que el gobierno ha logrado posesionarse del
poder y ampliar el radio de legitimidad interna y externa.
En cambio,
en el plano económico, la situación aún no ha logrado sedimentarse. La escasez
de alimentos y la especulación siguen conspirando contra el bolsillo de los
venezolanos, sin que las medidas del gobierno logren estabilizar los cambiantes
precios de los artículos de primera necesidad. A pesar de todo, la gente se las
ingenia para surtirse de los productos escasos. Estos, curiosamente, van
apareciendo “graneaditos” en las estanterías y anaqueles de los
establecimientos comerciales. El pueblo siempre busca alternativas frente a la
escasez y no se deja arrebatar por la desesperación. El gobierno plantea la
situación de la escasez y la especulación como el resultado de una guerra
económica de los sectores poderosos contra el pueblo. Al menos por ahora, la
situación económica con respecto a los alimentos no termina traduciéndose en
dividendos o desenlaces políticos violentos, como cabría esperarse de la
conspiración constante contra el estómago de los más pobres, si la teoría de la
escasez dirigida fuera cierta.
Hay otros elementos que terminan
agregando ingredientes fundamentales para la estabilidad política del país. El
gobierno de calle impuesto por el Presidente Nicolás Maduro ha resultado
novedoso para poner en práctica el principio de la democracia protagónica. La
lucha contra la corrupción y la captura de varios funcionarios comprometidos en
situaciones ilegales, no puede ser criticada a priori por los adversarios. Pero
la participación de los sectores de oposición en las elecciones municipales,
sin lugar a dudas, es el hecho que termina por neutralizar y derrumbar por
completo la teoría del fraude electoral. A pesar de que resulta incoherente y
contradictorio que se alegue fraude y al mismo tiempo se participe en la
contienda, en el fondo, el hecho de que la oposición obtenga la victoria en
algunas entidades, eso termina por validar la legitimidad política del sistema.
En fin, el balance muestra que el gobierno se estabiliza en la misma medida en
que declina el impacto nacional e internacional del argumento del fraude. josegarmo@yahoo.com
José de
la Cruz García Mora
No hay comentarios:
Publicar un comentario