miércoles, 21 de agosto de 2013

Campaña de Propuestas

Una vez que ha culminado el proceso oficial de postulaciones para los diferentes cargos de Alcaldes y Concejales, hacia el interior de los partidos y los respectivos bloques de unidad política queda el reto de subsanar las heridas y aplacar los numerosos descontentos producidos por las aspiraciones frustradas. Ese es el gran reto para las organizaciones partidistas que entraron al juego democrático electoral. Pero hacia lo externo de estas colectividades político-ideológicas, en la conciencia misma del ciudadano, queda planteada la necesidad de reclamar las mejores propuestas para la gestión local en las respectivas comunidades. Las elecciones municipales corren el riesgo de convertirse en un torneo de fanatismos exacerbados y adherencias a ciegas, movidas por la relación amor-odio hacia los bloques y tendencias políticas que han copado la escena en los últimos lustros, cuando en realidad debieran estar marcadas por el concurso de propuestas de trabajo en pro del bienestar y la calidad de vida de los vecinos.
          La democracia protagónica plantea el reto de que el ciudadano, independientemente de su filiación partidista, se asuma como agente clave en el diseño y construcción de la sociedad y en la definición del rumbo colectivo de la misma, no como mera ficha decorativa en el ajedrez político de la nación. Las elecciones municipales, por su misma naturaleza, constituyen el contexto ideal para zafarse de la sumisión partidista y plantear un enfoque más comprometido con los intereses de la comunidad. En tal sentido, en la medida en que el electorado tenga capacidad para exigir propuestas y no para obedecer mandatos, en esa misma medida se estará consolidando la base social para que la dirigencia local pueda articular acciones en beneficio de todos. La esencia de las elecciones municipales se mueve hacia la búsqueda de un liderazgo comprometido con la gestión de los asuntos públicos más cercanos al ciudadano de a pie. No son una simple operación matemática para definir la aritmética del poder político a nivel nacional.
          Ahí es donde está la verdadera trampa contra los intereses del pueblo. El fraude no sería entonces por parte del CNE, como se acostumbra acusar sin fundamento en cada elección, sino de los mismos electores, quienes asumirían las elecciones municipales como un termómetro para medir mayorías y minorías, perdiendo de vista la esencialidad de un proceso electoral que tiene otros propósitos. ¿Y para cuándo se va dejar la elección de líderes comunitarios que trabajen por los asuntos que son de interés directo de los vecinos? Es hasta paradójica la situación. El ciudadano se deja secuestrar su papel vital como protagonista clave en la construcción de la sociedad, cuando pone en segundo plano las propuestas electorales de los candidatos locales y se aferra a determinado color partidista. Eso pasa tanto en el bando oficialista como en el opositor. A veces la ceguera conduce al contrabando de liderazgos mediocres, porque sólo se cumple con el simple papel de elector y no se asume el verdadero rol de ciudadano. josegarmo@yahoo.com

             José de la Cruz García Mora

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