Opinión - 13 septiembre, 2013 | 12:00 AM
El papel del docente
El lunes 16 de septiembre comienza el nuevo año escolar en Venezuela. Todos los actores involucrados en el proceso formulan sus propios objetivos y metas, con miras a enfrentar el gran reto de guiar y formar las generaciones. En el marco de la coyuntura sociopolítica del país, evidentemente, el magisterio nacional abriga grandes expectativas frente a la discusión y aprobación del contrato colectivo, a través del cual se espera la verdadera dignificación de la profesión docente. En realidad, es difícil desvincular del debate actual la situación socioeconómica de los profesores, en virtud de que los profesionales de la educación atraviesan por toda suerte de dificultades y preocupaciones por el franco deterioro y la devaluación real de los salarios. Pero más allá de todo eso, ubicándose en el plano meramente pedagógico, vale la pena reflexionar sobre el rol que en realidad cumple el docente en el ejercicio cotidiano de sus responsabilidades dentro de la escuela. Un trío de preguntas pueden guiar la discusión:
¿Es el docente un filtro social, destinado a clasificar, discriminar y seleccionar el capital humano con aptitud o sin ella para el desempeño social? ¿Acaso es un castrador de ilusiones, quien ha sido dotado de una gran tijera didáctica para podar alas, frustrar sueños y truncar ideales, sólo por el prurito de sentir el efímero poder de anular la creatividad y potencialidad de los estudiantes? ¿O más bien es un sembrador de sueños, arquitecto de la esperanza o constructor de alboradas, siempre dispuesto a acompañar el aprendizaje de los discípulos y descubrir dentro de ellos la fuente inspiradora de su propia realización? Evidentemente, con estas preguntas no se cubre todo el espectro de opciones y posibilidades dentro del desempeño catedrático de los docentes. Pero las respectivas respuestas sirven para delinear las tipologías profesionales, no necesariamente alineadas al perfil y rol ideal del docente, de acuerdo con el enfoque que cada quien otorga al compromiso de educar a los niños y jóvenes en la actualidad.
Este artículo está lejos de convertirse en un simple manual sobre los atributos y cualidades de los docentes. La intención más bien busca el cuestionamiento reflexivo sobre el papel que juegan estos profesionales en el cumplimiento de las responsabilidades pedagógicas o administrativas dentro de los planteles. ¿En verdad, cuál es la visión que lleva el docente cuándo se dispone a trabajar con los niños y jóvenes dentro de la escuela? El inicio del nuevo año escolar, por encima de las dificultades económicas que subyugan la realidad laboral del profesorado, obliga a definir el nivel personal de compromiso que cada docente tiene con su tarea pedagógica. ¿Cuál es su rol: filtrar capacidades, castrar ilusiones o sembrar sueños e ideales? Las verdaderas respuestas están en la conciencia de cada quien, pero en el fondo, sólo hay un compromiso ineludible: el trabajo honesto. A partir de allí se define el verdadero rol del docente, no como elocuente declaratoria de buenas intenciones, sino de acción efectiva en la interacción con los estudiantes.
josegarmo@yahoo.com
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