sábado, 21 de septiembre de 2013

Expectativas Docentes

La situación laboral del gremio docente está pasando de la precariedad salarial a la condición de alarma existencial de los respectivos núcleos familiares. Eso es lo que se palpa a través de las redes sociales, blogs educativos, mensajería instantánea, PIN, portales virtuales, medios de comunicación y en las mismas conversaciones informales que tienen lugar dentro y fuera de los recintos laborales. Las autoridades ministeriales pareciera que no se han percatado de la situación angustiosa por la que atraviesan los profesionales de la educación en este momento. La discusión del contrato colectivo apenas se inicia y ya todo mundo espera resultados urgentes. Incluso, hay quienes opinan que los docentes seguirán siendo profesionales sub-pagados, aun cuando el gobierno satisfaga al ciento por ciento todas las cláusulas contractuales exigidas por las federaciones sindicales. Desde que se inició el proceso bolivariano, nunca como ahora había existido un murmullo tan intenso de descontento e insatisfacción por cuestiones reivindicativas.
El ente ministerial, antes que pontificar sobre la dignificación de la profesión docente, está obligado a prestar más atención a la presión telúrica y subterránea que se mueve ocultamente en los ambientes escolares. Ni los más acérrimos fanáticos y defensores del gobierno tienen argumentos para contrarrestar el caudal de críticas y desesperanzas que se escuchan en todos lados. De hecho, en medio de la situación, poco a poco se diluye el impacto positivo de otras políticas sociales y educativas, cuyo propósito se dirige a fortalecer la calidad de la educación y la inclusión social de los estudiantes. Frente a la situación salarial de los profesores queda en segundo plano la distribución y dotación de libros gratuitos a través de la Colección Bicentenario, el programa PAE, las canaimitas, por sólo nombrar tres programas emblemáticos. Poco tiempo queda para que alguien se dedique a exaltar las bondades de estas y otras políticas, cuando en casa surgen otras prioridades para el sostenimiento y la manutención de la familia.
Evidentemente, los profesionales de la educación no van a renunciar de buenas a primeras al tremendo compromiso pedagógico de formar generaciones. Por encima de las dificultades económicas, al iniciarse el año escolar, los profesores responsables acuden cotidianamente a cumplir con su deber ético. Pero desde 1999, desde que Hugo Chávez se hizo al poder, no se palpaba en el gremio de profesores la clara sensación de apoyar cualquier convocatoria de huelga. Es necesario que las autoridades ministeriales tomen nota de estos síntomas sociales. Nadie quiere que la dilación del contrato colectivo degenere en situaciones lamentables. Ojalá y en la mesa de conversaciones se allane el camino, se logren acuerdos satisfactorios para todas las partes y se reivindique la dignidad salarial de la profesión docente. Pero es importante advertir sobre el descontento que se palpa hacia lo interno del mundo educativo. El gremio tiene expectativas bien fundamentadas y espera que el Presidente Nicolás Maduro atienda el clamor del profesorado.
josegarmo@yahoo.com
publicado el 20 de septiembre de 2013

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