Opinión - 1 noviembre, 2013 | 12:00 AM
Educación y autonomía
Conviene advertir de entrada que Paulo Freire, el reconocido pedagogo brasilero, escribió un libro que lleva por título “Pedagogía de la Autonomía”. Pero este artículo, a pesar de identificarse con los mismos términos, no pretende realizar el análisis crítico sobre la obra, ni sobre las ideas y argumentaciones sostenidas por el autor. La intención se centra más bien en la búsqueda de alternativas pedagógicas para el redimensionamiento del proceso escolar. En las instituciones educativas aún quedan muchos docentes empeñados en reproducir la cultura memorística entre la juventud. Incluso, algunos llegan a considerar que los estudiantes deben ser como enciclopedias ambulantes, capaces de recitar al pie de la letra, o más bien mecánicamente, cualquier aprendizaje disciplinar. Eso parece suficiente para considerar que ya se ha cumplido con la tarea, sin preocuparse por otros cambios que deben operar hacia el interior del ser humano. Hasta en algunos hogares hay padres y representantes que tienen la misma concepción.
Sin embargo, en los manuales pedagógicos, en las conferencias de expertos, en las facultades de educación, así como en otros centros del debate pedagógico, se apuesta por un aprendizaje más consustanciado con la actualidad. El desarrollo del espíritu crítico, la potenciación del talento humano, el cultivo de los valores sociales y humanísticos, el desarrollo de la independencia y autonomía, son algunos de los pilares medulares de ese nuevo enfoque educativo. No se trata de cuestionar o despreciar el mero dominio teórico conceptual de los aprendizajes curriculares, por el simple prurito de querer aparecer a la vanguardia de los cambios pedagógicos, sino de avanzar más allá en la formación integral de las generaciones. El conocimiento per se no lo es todo en el proceso formativo de la niñez y la juventud escolarizada. Hay otros elementos vitales a considerar en la consolidación de la personalidad de los educandos. El cultivo de la independencia y la autonomía es uno de esos factores clave de la educación.
La reproducción y transmisión mecánica del conocimiento frena el desarrollo de la capacidad autonómica de los escolares. La capacidad de decidir se estanca si todo se reduce a la memorización temática de los conceptos. La escuela está obligada a desarrollar en los discípulos la correcta toma de decisiones. Obviamente, el aprendizaje de la autonomía debe partir de las situaciones simples que acontecen dentro del ámbito y la cotidianidad escolar, cuando el estudiante asume y se hace cargo de sus propias responsabilidades académicas. La escuela tiene el reto de templar el espíritu y fortalecer la personalidad de los educandos para enfrentar situaciones difíciles. No puede ser un centro de inercia social, donde todos se conforman con la multiplicación del paternalismo y la comodidad académica. La realidad externa a la escuela es muy compleja. El desarrollo de la independencia y la autonomía comienza con las situaciones simples de la escuela y se proyecta inevitablemente hacia la complejidad del mundo exterior.
josegarmo@yahoo.com
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