sábado, 3 de mayo de 2014

Calidad Educativa

Pregones
CALIDAD EDUCATIVA

          Las autoridades ministeriales respectivas han abierto un proceso de consulta nacional sobre la calidad educativa en Venezuela. La jornada tiene como propósito la recolección de ideas y propuestas para la construcción del nuevo currículo bolivariano y la subsecuente transformación de la escuela. Todos los actores clave del proceso educativo están llamados a asumir roles protagónicos en los debates y mesas de trabajo, mediante la resolución de diferentes preguntas a estudiantes, docentes, representantes, personal administrativo y de apoyo. Esta metodología de trabajo no excluye a los actores directos del quehacer escolar. En otras épocas, la reforma curricular usualmente se circunscribía al cruce o juego de intereses entre algunas élites o sectores poderosos: las casas editoriales, las autoridades ministeriales, los sindicatos, las facultades de educación, los grupos económicos, la iglesia, los medios de comunicación, los tecnócratas e intelectuales de prestigio, los partidos políticos, entre otros. Ahora parece existir más amplitud democrática en la consulta.
          No hay excusas para rehuir el compromiso y abordar nuevas visiones sobre la calidad de la educación nacional. La crítica a priori no conduce a ninguna parte. En todos estos años, tanto en el interior como en el exterior de los centros escolares, se han escuchado muchos alegatos contra las iniciativas y transformaciones llevadas a cabo en la educación bolivariana. Todo el que ejerce el derecho a la crítica está obligado a presentar alternativas para superar las rémoras y complicaciones detectadas. En consecuencia, se espera un debate muy rico en ideas y sugerencias. A los estudiantes, según el nivel, se les consulta sobre el tipo de escuela y de aprendizaje que se espera implantar, así como sobre los atributos del docente y otros tópicos relacionados con la didáctica y los recursos para el aprendizaje. A docentes y representantes se les consulta sobre los objetivos y principios de la educación, el perfil del egresado, los ejes integradores y las áreas de aprendizaje, el rol de la supervisión, la interacción escuela comunidad y otros temas medulares.
          Promete ser muy novedosa esta experiencia de consulta nacional sobre la calidad educativa. Es la ocasión propicia para desempolvar las tesis de grado, los modelos didácticos, las propuestas transformacionales, las investigaciones pedagógicas, así como las prácticas, sueños e ideales de muchos actores interesados en mejorar la calidad de la enseñanza. Tradicionalmente, la reforma curricular se ha aplicado casi de manera exclusiva como la relación de poder entre la autoridad y los grupos de presión mencionados inicialmente. Pero los actores claves del proceso escolar han sido agentes pasivos en esas tareas. Ahora es el momento de tomar la palabra. Es posible que algunas individualidades tengan reservas sobre la receptividad que pueda tener las propuestas. Pero nadie sabe de antemano cuál es la proyección y alcance de una idea, hasta que la misma se pone sobre el tapete y se somete al escrutinio público. Lo interesante de esta metodología es que nadie tiene pretextos para escurrir el bulto e ignorar la convocatoria. josegarmo@yahoo.com
José de la Cruz García Mora

Consulta Educativa

Opinión - 3 mayo, 2014 | 12:00 AM


Consulta educativa


Una nueva polvareda se levanta en Venezuela por la convocatoria a la consulta nacional sobre la Calidad Educativa. Vuelven por sus fueros las hipótesis de la ideologización de la enseñanza y el adoctrinamiento de las generaciones. Estos argumentos se dejaron oír con estridencia hace poco menos de tres años, cuando se aprobó la Resolución 058, relacionada con la conformación de los Consejos Educativos. El mismo fantasma de siempre recorre las aulas del país, según el parecer de los sectores reaccionarios que durante muchos años  mantuvieron secuestrado el currículo educativo. Cualquier venezolano, independientemente de la edad y de las reservas memorísticas que tenga en los recuerdos de infancia, juventud, madurez o vejez, simplemente puede preguntarse cuántas veces en su corta o larga vida ha sido convocado por la autoridad a participar de manera efectiva en el diseño curricular del país o en la visualización de la escuela ideal. Las respuestas tal vez dejen al descubierto prácticas poco democráticas en la instrumentalización del currículo.
Los docentes, por ejemplo, jamás han sido consultados en ninguna propuesta o ensayo de reforma curricular. Mucho menos los estudiantes o los representantes. En el pasado, eso más bien parecía ser el coto cerrado de algunos privilegiados, quienes tenían la “extraña” potestad de decidir qué se debía enseñar y qué no se debía enseñar dentro de las escuelas. Al efecto, solo una pregunta: ¿Qué es lo que en realidad hace un docente dentro del aula? Evidentemente, pueden surgir muchas respuestas grandilocuentes relacionadas con su papel trascendente en la formación integral de las generaciones, el nutrimento de la identidad, el fortalecimiento de la cultura, la potenciación del conocimiento, el cultivo de la personalidad, el desarrollo de las capacidades cognitivas y tantos otros eufemismos, cuya única función radica en ensalzar la labor pedagógica y castrar el espíritu crítico. Por eso es mejor formular la misma interrogante en otros términos: ¿Cuál ha sido el papel histórico de los maestros en el diseño, implementación y ejecución de las propuestas curriculares?
Acaso, en todos los tiempos, los profesores no han tenido que conformarse con ejecutar los contenidos y aprendizajes que otros decidieron en su nombre. A quienes se oponen de manera obtusa a la consulta educativa —más por razones políticas que pedagógicas—, sería bueno preguntarles cuál ha sido su experiencia o aporte a las anteriores transformaciones curriculares implementadas en Venezuela. En esta oportunidad, al menos, existe la posibilidad de tomar la palabra y enunciar algunos conceptos
sustanciales sobre la enseñanza en Venezuela. Parece que a algunos sectores de la sociedad les duele mucho que ya no sean los clásicos grupos de poder los que controlen la estructura medular del currículo. Los factores reaccionarios tienen una especie de temor a lo que puedan decir los maestros, estudiantes y representantes. ¿Será por eso que no quieren que el pueblo asuma el rol protagónico en la consulta? ¿O será porque subyacen algunas dosis de clasismo excluyente y consideran seres inferiores a los actores clave del proceso escolar?
josegarmo@yahoo.com
José de la Cruz García Mora

domingo, 9 de marzo de 2014

Prohibido Opinar

Opinión - 6 marzo, 2014 | 12:00 AM

Prohibido opinar

Las redes sociales son como ríos turbulentos de frustración anticipada, delirios alucinatorios, improperios descalificativos y toda suerte de contradicciones patológicas.

La frustración anticipada se multiplica de manera exponencial cuando las redes virtuales anuncian la ocurrencia de eventos inminentes e “inexorables”. Pero al pasar del tiempo crece la desesperanza si no llegan a concretarse las predicciones, augurios y vaticinios. Cualquier brujo de pacotilla se convierte en celebridad si tiene la ocurrencia de pronosticar cualquier estupidez del agrado del usuario de turno.

Por otro lado, la definición clásica de delirio impositivo registrada en Wikipedia es suficiente para entender lo que pasa con el comportamiento de ciertos individuos en las redes sociales: “El mecanismo de defensa que se activa lo hace por exaltación, manifestando las personas con su conducta la necesidad de comunicar, compartir y buscar adeptos a su sistema de creencias”. Eso es lo único que tiene validez, su sistema de creencias. Lo que piensen los demás no es viable. Incluso, en Wikipedia hay otras definiciones muy interesantes sobre distintas tipologías de delirios. Pero la idea aquí no es hacer un tratado sobre el tema. Eso queda evidentemente para los expertos en el manejo de la conducta humana.

Así mismo, los improperios descalificatorios son el pan nuestro de cada día dentro de las redes sociales. Es impresionante la forma como se agreden mutuamente los internautas, emitiendo conceptos casi de manera alegre y alevosa. El único delito que comete el autor de la publicación es pertenecer a opciones políticas contrarias al lector. El HDP suele ser el argumento más frecuente para rebatir las ideas. Pocas personas se toman la molestia de pensar y sopesar el calibre y la proyección de los comentarios. Afortunadamente, aunque en pequeña proporción, todavía quedan reservas morales y no todos los usuarios caen en la trampa maldita de la ofensa, la grosería y el abuso verbal. Si las palabras fueran balas quedarían muy pocos sobrevivientes sobre el campo de batalla. Todo parece indicar que aquí está prohibido opinar. Hay quienes llegan a creer que la única razón que vale es la que prevalece en su parcela o tendencia. Los demás están condenados al holocausto. Queda muy poco espacio para la sindéresis y la tolerancia.

Las contradicciones también están a la orden del día entre los usuarios de la red. Cualquier puede hacer una densa y profunda antología sobre la cuestión. ¿Cómo puede resultar coherente que la amenaza, la insensatez y la incitación al crimen se conviertan en supuestas fórmulas de lucha a favor de la justicia, la democracia y la libertad? ¿Qué tiene de “pacifica” la reivindicación de un derecho individual, cuando se coarta de manera violenta el derecho colectivo de la ciudadanía?

Opinar viene siendo un crimen. El diálogo, la convivencia pacífica y la paz son las únicas alternativas para evitar el desenlace fatídico de los acontecimientos. Pero… hasta la invitación a la concordia se convierte en manzana de la discordia. josegarmo@yahoo.com


Publicado en Diario La Nación el jueves 6 de marzo de 2014

jueves, 6 de febrero de 2014

Balance Político

Opinión - 6 febrero, 2014 | 12:00 AM


Balance político


En estos días iniciales de febrero se cumplen quince años de la asunción al poder por parte del presidente Hugo Chávez Frías. La apertura del nuevo milenio arrancó en Venezuela con una experiencia política revolucionaria, cuyo impacto logró estremecer los cimientos de la sociedad nacional y trascender más allá de las fronteras. Son tres lustros de dura y constante confrontación pacífica entre el modelo puntofijista y la democracia revolucionaria. La fuerza arrolladora del chavismo ha logrado penetrar hasta los tuétanos en la mayoría de los venezolanos, a pesar del bombardeo publicitario en contra de esta propuesta. Electoralmente, no hay atenuantes para contradecir con objetividad la contundente expresión de las urnas, cuyos resultados y estadísticas dejan bien parado al Gobierno. Pero desde el punto de vista político, al hacer el balance de la gestión, se agudizan o acrecientan las contradicciones entre los actores políticos. Según la inclinación o adherencia de los analistas, las interpretaciones oscilan entre el éxito o el fracaso.
Desde el Gobierno se alaban muchas iniciativas populares, como la implementación de los programas sociales, el desarrollo del Poder Comunal, la organización y participación protagónica de los ciudadanos en la gestión de los asuntos colectivos, el fortalecimiento de la inclusión y la justicia social. Desde la oposición se desacredita el impacto de estas experiencias y se enfatiza en otros aspectos, como el despilfarro de los recursos, la cubanización del país y el uso de la chequera petrolera para la compra de aliados internacionales. Por esa vía, obviamente, resulta muy difícil establecer un balance político sobre el impacto y la proyección del proceso bolivariano. Los seguidores del Gobierno encontrarán muchas más razones para justificar el apoyo al proyecto socialista de Chávez y Nicolás Maduro. Los adherentes de la oposición, al mismo tiempo, desarrollaran igual cantidad de argumentos para negar los avances del país en materia social, anunciar el apocalipsis y subrayar la coyuntura económica de la nación.
¿Dónde está la verdad? Afortunado sea el que tenga las respuestas. Es preferible hacer otras preguntas: ¿Por qué los seguidores del sector opositor no se terminan de convencer de las bondades de un modelo que se dice exitoso y promete la igualdad social para todos los ciudadanos? ¿Cuáles son las razones para que la mayoría del pueblo siga respaldando la propuesta revolucionaria, a pesar de la sobrecarga mediática que insiste en señalar al socialismo como un modelo en decadencia? ¿Acaso los fracasados no son los que tienen quince años diciendo que esta experiencia es un fracaso? ¿Qué razones culturales median para que tenga éxito electoral y político lo que los opositores insisten en señalar como el camino al despeñadero, mientras fracasa estrepitosamente la alternativa que la oposición indica como el camino hacia el progreso? Dicen por ahí que el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones. ¿Por qué en quince años el pueblo no ha hecho caso a quienes se palmotean el pecho para prometer el cielo?

josegarmo@yahoo.com



viernes, 31 de enero de 2014

Violencia y Televisión

Opinión - 30 enero, 2014 | 12:00 AM


Violencia y televisión


Los medios audiovisuales no son inofensivos. La televisión es uno de ellos. “El Mago de la Cara de Vidrio”, como la llamó acertadamente el escritor venezolano Eduardo Liendo, ocupa un lugar preponderante dentro del hogar. Es necesario tener claro que el peligro que representa la TV no está en la naturaleza del medio en sí mismo, sino fundamentalmente en el uso que se pueda hacer de ella. Los contenidos y mensajes que se emiten a través del aparato terminan por modelar las conductas de los televidentes. Los niños y los jóvenes son los grupos humanos más vulnerables desde el punto de vista psicológico. Incluso, en los complejos rediles de la televisión también caen algunos adultos desprevenidos. De hecho, a pesar de la aparente formación intelectual de la que hacen gala, algunos profesionales y técnicos, así como gente de negocios o que ejercen profesiones de otro tipo, terminan siendo seducidos por la tentadora insinuación de la caja mágica. La vida cotidiana tiene suficientes ejemplos del impacto de la TV en la conducta humana.
Es evidente que la publicidad audiovisual logra influir en los patrones de consumo de la gente. Igualmente, los mensajes violentos, pornográficos y socialmente inviables terminan por multiplicar las distorsiones en la personalidad de los individuos vulnerables. La programación de la televisión nacional e internacional suele estar impregnada de altas cuotas de violencia o frivolidad. La reproducción de esos modelos sociales contribuye en parte a incrementar la cultura de la violencia y el irrespeto a los valores de la vida. A veces la programación televisiva pierde la esencia como medio generador de contenidos para la distracción o formación de las generaciones. Entonces pasa a ser una empresa movida esencialmente por el ansia mercantilista. La ganancia se convierte en el leiv motiv de su existencia. Es ahí cuando el medio pierde el rumbo y el uso inadecuado de los contenidos se convierte en una bomba de tiempo. La difusión reiterada de mensajes con altos contenidos de violencia termina generando más violencia.
La inseguridad y la violencia se encuentran entre los problemas más graves que confronta actualmente la sociedad venezolana. La televisión no es un actor inocente en la creación de ese clima de conflictividad. No toda la culpa es atribuible al impacto negativo de la programación televisiva. Pero el medio tiene mucho que hacer a la hora de ejecutar propuestas para redireccionar el sentido de los mensajes emitidos a través de la pantalla de vidrio. Las regulaciones oficiales no son suficientes. Tampoco resuelve el problema del todo la aplicación de filtros tecnológicos para controlar los contenidos que pueden ser vistos por los menores de edad. Es necesario ir más allá. Es necesario que surja una toma de conciencia tanto en quienes originan los mensajes televisivos como en quienes lo reciben. Una televisión más educativa sería un paso importante en la dirección correcta. Un espectador más exigente sería el corolario. ¿Pero cómo se rompe el círculo vicioso entre la programación mediocre y el espectador conformista? josegarmo@yahoo.com


jueves, 23 de enero de 2014

Nuevas Autoridades en Uribante

Opinión - 23 enero, 2014 | 12:00 AM

Nuevas autoridades en Uribante

Pregones
 Como resultado de las elecciones celebradas el pasado 08 de diciebre, se produjo el cambio de timón en la conducción del municipio Uribante. Las fuerzas chavistas pudieron recuperar el control político de la alcaldía. La ciudadana Magaly Rosales ha sido investida con el voto mayoritario del pueblo y ahora tiene la enorme responsabilidad de construir caminos de esperanza para el terruño uribantino. La oposición, por su parte, logró controlar la mayoría en la Cámara Municipal. A las primeras de cambio, en el marco del ambiente de diálogo y conciliación existente en el país, las nuevas autoridades municipales han manifestado la intención de trabajar unidas, por encima de las diferencias políticas, para empujar la entidad por otros senderos de grandeza y prosperidad. Eso, al menos, fue lo que se manifestó públicamente en el acto de toma de posesión, realizado en un ambiente de concordia y camaradería, el pasado 06 de enero. El pueblo, evidentemente, confía en la palabra empeñada por cada uno de estos funcionarios.
Casi todos ellos, salvo contadas excepciones, aunque no son nuevos en la política, si asumen por primera vez cargos de representación popular. No hay razones para desconfiar a priori de las buenas intenciones iniciales. A las nuevas autoridades municipales, independientemente de la filiación política, hay que darles un margen de tiempo prudencial para evaluar las ejecutorias. Esto es válido para la Alcaldía y para los miembros del Concejo. La inexperiencia administrativa o legislativa no necesariamente tiene que ser un obstáculo para llevar adelante una gestión exitosa. Lo realmente importante es el nivel de compromiso con los intereses colectivos del pueblo. La capacidad de liderazgo tiene que conjugarse con el ejercicio honesto de la política. La visión de futuro no puede estar divorciada con la pulcritud en el manejo de la cosa pública. La conformación de un equipo de trabajo requiere disciplina, transparencia y lealtad. Las apetencias e intereses personales nunca pueden estar por encima del bienestar general de la población.
Los concejales deben entender que su principal misión es legislar y crear los instrumentos legales para ordenar la vida pública local en las materias contempladas en su radio de acción. Así mismo, las demás funciones están bien establecidas en el ordenamiento jurídico nacional. Ojalá y no caigan en la tentación de invadir las competencias del poder ejecutivo municipal. La nueva Alcalde, por su parte, tiene el reto más grande. No sólo debe responder a las expectativas del pueblo revolucionario, sino proyectar la acción política hacia los factores adversos al proyecto chavista y demostrar con hechos que es posible la aplicación de la justicia social y la equidad. Dicen que el primer deber de todo revolucionario es hacer la revolución. Esta no se hace con palabras, sino con justicia. He ahí el norte hacia el que se debe orientar la gestión municipal, no sólo para cumplir con el plan municipal de gobierno, sino fundamentalmente para apuntalar el Plan de la Patria y contribuir desde esta instancia de gobierno a la construcción del socialismo. josegarmo@yahoo.com


jueves, 9 de enero de 2014

Plan de la Patria

Opinión - 9 enero, 2014 | 12:00 AM


El Plan de la Patria


Como estudiantes de la Escuela de Geografía de la ULA-Mérida, en cátedras relacionadas con el área económica, especialmente en Planificación Regional, el análisis detallado de los respectivos planes de la Nación se hizo requisito obligatorio para entender la dinámica  espacial de Venezuela. Independientemente de la filiación política de profesores y estudiantes, entonces se veían como documentos técnicos muy valiosos para la  planificación, organización y desarrollo económico y social de la nación. Por eso se llamaron así. A partir de 1960, Venezuela asume frontalmente la política de planificación del desarrollo y hasta 1999 se aplicaron nueve Planes de la Nación. Para ese momento histórico la principal queja era que tales documentos solo eran consultados por los técnicos y expertos, ya que no eran del dominio común del pueblo. Igualmente, se decía que si las autoridades aplicaran aquellos principios rectores en sus ejecutorias gubernativas, el país podría enderezar el rumbo y marchar con paso firme hacia adelante.
Pero llegó el comandante Chávez y tuvo la osadía de llamarlos Planes de la Patria. Incluso, hasta se atrevió a divulgar las directrices a través de los medios y otros espacios: escuelas, consejos comunales, mesas técnicas, comunas. Entonces pasaron a ser documentos malditos, rechazados con rabia por los mismos que veían la planificación del desarrollo como la panacea para la cristalización de los proyectos nacionales. Está muy claro que existen diferencias sustanciales entre la visión tecnocrática de aquellos nueve Planes de la Nación y el enfoque social de los Planes de la Patria del proceso bolivariano. Entre 2001 y 2007, el presidente Chávez puso en ejecución el Plan de Desarrollo
Económico y Social de la Nación, basado en los ejes del pentaequilibrio. Hasta 2013 se desarrolló el Plan Simón Bolívar, a partir de siete directrices: nueva ética socialista, suprema felicidad social, democracia protagónica y revolucionaria, modelo productivo  socialista, nueva geopolítica nacional, Venezuela como potencia energética y geopolítica internacional.
El presidente Nicolás Maduro se ha comprometido a poner en ejecución el Plan de la Patria ideado por Hugo Chávez para la consolidación del modelo socialista. El mismo tiene 5 grandes objetivos históricos: la independencia nacional, la construcción del socialismo del siglo XXI, conversión de Venezuela como potencia latinoamericana, desarrollo de la geopolítica multipolar y, finalmente, la preservación de la vida en el planeta. Antes las
autoridades no aplicaban el Plan de la Nación por ignorancia o desconocimiento de las bondades del mismo. Ahora algunos se niegan a cumplir el Plan de la Patria por capricho o intereses políticos, siendo incluso Ley de la República. Pero, en el fondo, se niegan a hacerlo por necedad. En realidad, como documento técnico y como propuesta política, el actual Plan de la Patria tiene suficiente amplitud para enmarcar cualquier proyecto de  desarrollo municipal o regional. Nada de lo que actualmente se pueda hacer legalmente en Venezuela no está contemplado en el Plan.
josegarmo@yahoo.com